Pero bueno, ha sido una carrera extraña porque he salido
fuerte como siempre, pero como no estoy muy en forma cada vez iba a menos hasta
que sobre el kilómetro 12 iba corriendo a 5’/km (o más) totalmente desmotivado
y con hordas de corredores adelantándome. La verdad es que el problema no ha
sido mi estado de forma, sino que estaba triste y no quería acabar la carrera
para no tener que hacer la mudanza. Era como si la carrera fuese una metáfora
de mi estancia en Valencia y el acabar la carrera representaba que acababa mi
estancia aquí.
Sobre dicho kilómetro me ha alcanzado Esther, con lo que he
decidido acompañarla y ayudarla, como otras muchísimas veces había hecho en
otras carreras, con un ritmo de unos 4’15”/km, llevándolo bastante bien (lo que
demuestra que el problema no era el estado de forma). Así que la he acompañado
hasta los últimos 500 m, donde la he dejado ir para que esprintase, mientras yo
llegaba a meta dejándome ir y casi andando, sin ninguna gana de acabar la
carrera y con un nudo en la garganta. El tiempo, lo menos importante.
El destino sabrá qué me
deparará el futuro!